martes, 6 de septiembre de 2011

Se nos fue Alberto Zalamea Costa



“Dejo el pasado en su inmóvil y ya fija eternidad y pienso más en el presente en movimiento, que se desarrolla con los medios de hoy y en las circunstancias actuales”
Alberto Zalamea Costa

La historia del periodismo colombiano está marcada por la pluma, las ideas y la audacia de Alberto Zalamea Costa.

Más que un periodista, amante de la historia y del arte, poseedor de una amplia cultura y de profundas y firmes ideas, a través de las que le imprimió un sello particular al periodismo colombiano, Alberto fue un intelectual genuino y un escritor consagrado. Cada una de sus experiencias y vivencias como periodista, como diplomático, como político y como catedrático, las transformó en libros extraordinarios en los que se refleja su innegable habilidad para jugar con las palabras haciendo uso siempre de un léxico preciso; de un sólido compromiso con la memoria de un país amnésico y desangrado; de una posición erguida frente a las enormes contradicciones sociales y políticas, propias de un tiempo marcado por la indolencia, la violencia, pero también por la necesidad de crear y recrear hechos emblemáticos de nuestra historia.

Autor de libros y textos como Las jornadas de Mayo (1957), Una solución Nacional (1960) La nueva prensa. 25 años (1986) Colombia bloqueada (1986) Catálogo de errores: el diferendo Colombo – venezolano (1988) El pensamiento del Libertador (1989) Momentos estelares de la Historia y el Arte colombianos (1989), Antología del pensamiento colombiano (Siglo XIX Nacimiento de una nación. Siglo XX: La apertura a la modernidad (1990), Así es Bogotá (Prólogo) (1190), Galán (1990), Gaitán: yo no soy un hombre, soy un pueblo (Documental para televisión, 1990), Diario de un Constituyente (1991), América, Hispania, Colombia (1992) Pensamiento, Poesía y Arte Iberoamericano en el siglo XX (1993), Perfiles (1996), Gaitán, autobiografía de un pueblo (1999) y una biografía del arquitecto Fernando Martínez Sanabria, entre otros.

A comienzos del presente siglo, trabajó en un proyecto para televisión titulado “viaje por la historia”. En el 2008, en reconocimiento a su prolífica carrera, recibió el premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en la categoría “Vida y Obra de un periodista”.

Durante la ceremonia de entrega del premio, Zalamea, selló su elocuente discurso con las siguientes palabras: "El maestro de maestros Jorge Luis Borges dijo alguna vez que "los escritores escriben para la memoria y los periodistas para el olvido". Y un estudio sobre la influencia de la prensa en la sociedad contemporánea, señala que los periodistas tenemos derechos pero también deberes y que la prensa debe ser un servicio de interés público. Sólo merecen vivir las empresas periodísticas que desarrollan una función real, que representan algo concreto en la sociedad nacional o regional en que se publican." Lo ha dicho el Presidente de la Federación de la prensa italiana Paolo Murialdi. Tema que aquí recojo para futuros polemistas. En la reiteración de principios que enarbolaron siempre mis publicaciones se dijo y se escribió: "legatarios –por más pequeña que sea nuestra parte– de una civilización espléndida que ve en la libertad de conciencia su más noble conquista, consideramos deber irrevocable de escritores públicos la defensa de esa libertad."

En el prologo del libro Perfiles , titulado “Una herencia de ideas”, Jaime Posada escribió “Alberto Zalamea reúne en su personalidad y en la trayectoria de su existencia los atributos el periodista, del intelectual y del hombre de letras, del servidor público y del diplomático. Lleva, además, la huella de una herencia enorgullecedora. Por eso no es exagerado decir que cuando la Academia de la Lengua recibió a su hijo, ella misma estaba rindiéndole homenaje merecido al talento y al recuerdo de un pensador y crítico como Jorge Zalamea”.

Su carrera periodística la inició en el periódico “la Razón”, propiedad de Juan Lozano y Lozano, luego se vinculó a la agencia de noticias France Press y trabajó en el semanario Crítica, dirigido por su padre, el inolvidable Jorge Zalamea Borda. Fue también corresponsal en Europa de varios medios latinoamericanos, columnista permanente de Inter Press Service, miembro de la Mesa Directiva del Colegio Nacional de Periodistas y durante cuatro años trabajó para El Tiempo como comentarista, editorialista y secretario general de redacción.

En 1959 fue nombrado director de la revista Semana con dos propósitos claros: desafiar la censura eliminando la mordaza impuesta por la violencia y rescatar el ideario liberal en el quehacer periodístico propuesto por su fundador, el ex presidente Alberto Lleras Camargo. Alberto Zalamea, asumió el reto, pero planteó unas exigencias claras: “la revista debe tener un proyecto político concertado y el director autonomía total para llevarlo adelante”

Sin embargo, su objetivo iba más allá. No bastaba con reinventar un medio existente, logrando al máximo su eficacia editorial y comercial. Era necesario contar con un espacio propio a través del cual fuera posible presentar un nuevo proyecto de sociedad capaz de “transformar las caducas estructuras del país en los campos político, económico y cultural”. Zalamea había comprendido que el poder de la prensa iba más allá de lograr una alineación política consecuente con los intereses de sus dueños o de informar sobre lo que sucedía (deformando la conciencia crítica de una nación); el poder transformador de una sociedad y la posibilidad de aportar al diseño de una nueva generación de ciudadanos íntegros, autónomos, libres y sobre todo, con formación crítica, podía ser posible a través de la existencia de un periodismo audaz, responsable y culto.

El 19 de abril de 1961, Zalamea hizo realidad su sueño de crear un medio alternativo -pero no marginal- desde donde le fue posible interpretar y contar la realidad del país a partir de una visión independiente, ajena al poder político y a las versiones asfixiantes de la prensa oficial, y donde los intelectuales pudieron proponer e incidir en la política del país. Así nació La Nueva Prensa. Durante más de 25 años, tanto la revista como el periódico que llevaban el mismo nombre, se convirtieron en órganos de información privilegiados. Con acierto lograron combinar temas de coyuntura política y actualidad, con arte y diseño, y con textos y crónicas de enorme valor histórico, muchos de los cuales eran escritos por sociólogos, historiadores y académicos de amplio prestigio nacional.

“Veníamos de la izquierda, de la derecha, del centro, el periodismo, de las letras, de las armas, de la iglesia. Nos unía un mínimo denominador común: la creencia de que la estructura colombiana necesitaba reformas, de que era posible un proyecto de nueva sociedad y que para que ese proyecto tuviese viabilidad, era indispensable un órgano de expresión lo suficientemente amplio, eficaz y de puertas abiertas, en el que encontrase cabida toda la inconformidad nacional”, afirmó Zalamea.

Después de haber trabajado como responsable de las noticias internacionales en El Tiempo, de haber cumplido extenuantes jornadas en las rotativas de los más influyentes medios del país, de haber rescatado a la revista Semana, Zalamea junto a varios colegas, logró “crear un nuevo polo de poder periodístico en el país”.

Los objetivos de La Nueva Prensa, a través de los cuales se marcaba un clara línea editorial y un profundo compromiso con el destino del país, fueron los siguientes: Nacionalizar la política para la regeneración de la vida colombiana, revitalizar el sentimiento patrio, recuperar para el país una visión nacionalista acerca de sus problemas, oponerse a la descolombianización progresiva del gran dinero, defender y buscar el interés nacional y contestar al inmovilismo del gobierno con el vitalismo colombiano . Esta apuesta iba acompañada de una profunda resignificación de los conceptos “patriotismo” y “nacionalismo” en Colombia.

La Nueva Prensa, a la vez que se configuró en un nuevo modo de hacer periodismo, sentó las bases de un real movimiento nacionalista con clara incidencia política.

Desde sus páginas, surgió una propuesta que su director le hizo al país: “Una solución nacional”. Allí Zalamea, sin muchos rodeos, propuso el nacionalismo popular -síntesis entre liberalismo y comunismo- como alternativa para procurar el restablecimiento de un país que amenazaba con devorarse así mismo. El comunismo era ajeno a nuestra idiosincrasia, afirmaba, y el liberalismo, después de su audacia democratizadora al haberse aliado con los sectores más vulnerables de la sociedad, terminó por convertirse en “una dictadura de la burguesía liberal” . Con esta propuesta, Zalamea rescataba el espíritu y la fuerza transformadora de las luchas sociales de los años treinta en Colombia.

La Nueva Prensa, antítesis de lo que se denominaba La Gran prensa, había logrado su objetivo político. Era tiempo entonces, de incursionar en otras áreas y así lo hizo Zalamea con el fin de seguir profundizando su existencia como hombre social y como ser político. Era urgente profundizar su incidencia en la política del país, hacer parte activa de ella y desde allí empezar a impulsar propuestas de transformación. Producto de esta visión y de la convulsa realidad política que afrontaba el país, una vez se consolidó un proyecto de exclusión política, conocido como el “Frente Nacional”, surgió el Movimiento Democrático Nacional, (MDN). Sus principales propuestas fueron: convocar a un plebiscito nacional para el retorno de la democracia, educación gratuita para todos y erradicación del analfabetismo, reforma agraria, nacionalización del Banco de la República y plan orgánico de emergencia para la economía nacional, entre otros. El proyecto, pese a su audacia y al apoyo que en poco tiempo conquistó, y a sus posteriores acercamientos con la Anapo, finalmente languideció.

No obstante, la necesidad de participar de manera activa y decidida en política, llevaron a Zalamea a perseverar en su empeño. Fue así como llegó a convertirse en Concejal de Bogotá en 1970 y en Representante a la Cámara en 1972.

Luego, de político entusiasta pasó a diplomático comprometido. Primero como ministro plenipotenciario en Roma ante la Organización Mundial de la Alimentación y la Agricultura (FAO), jefe de la delegación colombiana en asambleas internacionales, embajador en Costa de Marfil en 1979 y en Venezuela; presidió conferencia estatutaria de la Corte Penal Internacional en Roma, la cual firmó a nombre de Colombia. Fue elegido como constituyente a la Asamblea Nacional que dio origen a la Constitución de 1991 y fue el único constituyente que se negó a firmar el texto final de la Carta porque, según afirmó, todo había sido una búsqueda mediocre de solución a los problemas del país y porque “la Constitución del 91 no iba a cambiar al pueblo”.

Convencido de la necesidad de forjar seres libres, éticos y con una clara comprensión de la política y de la historia, Zalamea se comprometió al final de su vida con la academia. “hay que fomentar el amor por el conocimiento entre los jóvenes” decía y eso intento hacer como decano de la Facultad de Comunicación Social y periodismo de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, luego como director de la Cátedra Libre y a través de su página virtual 'el periódico de Zalamea'.

Hoy a los 82 años de edad, dejando un valioso legado para el periodismo, la investigación y la historia del país, Alberto Zalamea emprendió su viaje hacia a la eternidad, donde seguramente se encontrara con su hijo Gustavo Zalamea , el artista plástico que con su visión amable de la vida, su irremediable fuerza creadora y su compromiso con la ética humana, también dejó huella imperecedera en el corazón de una nación.

NOTAS AL PIE
1. Palabras de Alberto Zalamea en el Museo Nacional de Colombia al recibir el Gran Premio Nacional Simón Bolívar "A la Vida y Obra de un Periodista". Octubre 28 de 2008
2. Este libro recibe el nombre de la columna que escribía Alberto Zalamea para la revista Cromos y con la cual obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en la categoría mejor columna de opinión en 1995.
3.Zalamea, Alberto; Perfiles. Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar a la mejor columna de opinión en 1995. Cromos. Bogotá, 1996
4. Zalamea, Alberto “La Nueva Prensa” 25 años después. 1961-1986. Tomo I. Bogotá, Nueva Biblioteca Colombiana de Cultura. Procultura. 1986.
5. Ídem
6.http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/publicacionesbanrep/boletin/boleti6/bol55/55-3.pdf
7.Ídem
8.En El Espectador; “Murió el escritor y periodista Alberto Zalamea”. Sección Gente. Bogotá, septiembre 2 de 2011.
9.http://www.semana.com/enfoque/alberto-zalamea/160061-3.aspx
Gustavo Zalamea, falleció el pasado 12 de julio a causa de una neumonía en la ciudad de Manaos (Brasil) a los 60 años de edad.

ARTICULO PUBLICADO EN EL SEMANARIO CAJA DE HERRAMIENTAS. SEPTIEMBRE 2 DE 2011