Agosto 12 de 2010.
La explosión que se registró en la madrugada de hoy frente al edificio de Caracol deja serias inquietudes que van más allá del acto mismo y del impacto mediático.
Sería oportuno preguntar ¿a quién beneficia este hecho?
La explosión se produjo a una hora clave, justo cuando empiezan las transmisiones noticiosas y hay poca circulación en la calle. Además el carro bomba se instaló en la calle y no al interior del edificio evitando así pérdidas humanas. Por su ubicación, frente a Caracol y la agencia EFE, al norte y en el sector empresarial del país, se aseguraba la inmediatez periodística y el temor ciudadano.
Lo único claro del hecho, es que través de éste, se legitima aún más la seguridad democrática cuya continuidad podrá ser fácilmente sustentada.
Por otra parte, es habitual que al inicio de los gobiernos se produzcan actos terroristas que buscan generar zozobra en la población civil y marcar la agenda y política del nuevo gobierno.
Además, se produce cuando la Corte evalúa la legitimidad del tratado que permite la ocupación de soldados estadounidenses en 7 bases colombianas. También después de la “normalización” de las relaciones con Ecuador y Venezuela, y de una reunión entre representantes del gobierno con líderes del PDA a fin de otorgar las debidas garantías a la oposición política del país. Y en especial, cuando se habla de la posibilidad de instalar, antes de un año, una mesa de negociación entre el gobierno nacional y la guerrilla de las FARC para insistir en la salida político negociada al conflicto armado.
El ambiente político que se venía respirando durante los primeros días de gobierno, hacían pensar en un cambio bastante significativo frente a las estrategias que marcaron la era Uribe. A muchos esa posibilidad los incomodaba.
El presidente Santos, desde el lugar de los hechos, atribuyó el atentado al narcoterrorismo. ¿Quiénes además de las FARC encarnan esta alianza criminal? ¿Qué otros han sido reconocidos públicamente de tal modo?
Pensar en consecuencia en un falso positivo detrás del hecho no es para nada descartable, aunque sea apresurado afirmarlo.
Quizás nunca se aclaré, como ocurrió con la explosión en la Escuela Militar de Guerra, al norte de Bogotá, que se produjo en el momento en el que se preparaba un Acuerdo Humanitario con las FARC a finales del 2006. El Acuerdo de inmediato fue descartado. El Presidente Uribe declaró al día siguiente: “El único camino que queda es el del rescate militar y policivo de los secuestrados. No vamos a permitir que nuestra buena voluntad para el acuerdo humanitario siga siendo objeto de la farsa de las FARC, que trafica con el dolor de los familiares de los secuestrados en busca de una zona de despeje para recuperar su capacidad terrorista”
No era la primera vez que un acto de esta naturaleza se convertía en obstáculo para el desarrollo de nuevos acuerdos de paz. Y aunque en el caso de la Escuela Militar de Guerra no se pudo identificar a los autores reales del atentado; hechos anteriores revelaban que agentes de Estado habían participado en la elaboración de otros atentados terroristas.
El 31 de julio de 2006 explotó un carro bomba en Bogotá, causando la muerte de un civil. Este acto hacia parte de una estrategia creada por miembros de la FF MM con el fin de enseñar éxitos en la lucha contra la insurgencia. No fue el único caso, como lo demostrarían las investigaciones.
En el municipio de Sibaté, tropas de la XIII Brigada del Ejército desactivaron una carga explosiva camuflada en un camión transportador de productos agrícolas”. Así se presentó la noticia ante el país. Luego se supo que la carga de 250 kilos de anfo había sido un montaje realizado por miembros de la fuerza pública. A este caso se sumaron otros dos hechos de similares características. El plan fue descubierto por las autoridades que contaron con la cooperación de civiles utilizados por oficiales del ejército para llevar a cabo su propósito. Los investigadores revelaron que ninguna de las bombas estaba armada, que todas las cargas tenían indugel, explosivo que no utiliza las Farc porque su velocidad de detonación es muy lenta y que todos los carros utilizados eran viejos, en mal estado y robados. No era el estilo de las FARC, concluyeron. Por estos hechos, un coronel, un mayor, un capitán y un teniente del ejército fueron sindicados como autores de atentados terroristas.
¿Quién puso la bomba? ¿Para qué? El objetivo de ruido y atención noticiosa se logró de manera perfecta. ¿Lograran los responsables concretar sus otros objetivos? ¿Cuáles podrían ser estos? ¿Marcará este hecho la agenda del gobierno justiciando que deba asumir las ideas guerreristas del presidente saliente, que cierto es, no son tan ajenas a los afectos de Santos?
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